jueves, 11 de febrero de 2010

Recuerdos

Después de muchísimo tiempo, me atrevo a escribir. Al parecer, me da ganas inimaginables de hacerlo cuando estoy muy feliz o triste.

Hoy después de varias semanas me despierto temprano, aproximadamente a las ocho de la mañana. No sé que tan temprano se considere pero bueno, por lo menos me desperté antes de las 11 como acostumbra hacerlo.

Empecé la mañana contemplando una lluvia de aquellas, una lluvia que te arruina la mañana ideal que uno se imagina al despertar. Pero lo gracioso era que entre mi sueño y el despertarme escucha una voz muy alegre que decía: “de hoy no pasas, hoy tienes que arreglar tu cuarto y botar todo lo que no necesitas”


Y bueno, empecé mi día obedeciendo todo lo que me decía esa voz tan maternal.
Mientras arreglaba mis cosas y botaba una cantidad considerable de papeles, encontré viejos recuerdos de colegial, pedazos de hojas de papel escritas por una compañera muy graciosa pero de quien no reconozco su letra. Fotos de niño, cuando era flaco y cuando era gordito con el cierre abajo del pantalón porque no me quedaba. Era como un antes y después.

También encontré juguetes, esos que me sacaban del aburrimiento y otros los cuales me unían a mis hermanas.; un libro de colorear en especial, cual nombre es “Don Gordote”. Este libro tiene como 100 dibujos de los cuales solo están pintados aproximadamente unos 20 por mis hermana y yo.

Recuerdos como estos me hicieron sentir una nostalgia, por lo visto, hoy día fue un día de mirar al pasado del cual me trae muchas alegrías. Con decirles que hoy hable después de años con una amiga por Internet, me entere que esta embarazada y casada. Que bonito recordar los buenos momentos del pasado y darte cuenta que de múltiples experiencias uno esta hecho. Pero es inevitable recordar a la personas que están lejos de ti.
12/02/2010

martes, 7 de abril de 2009

Sabías que...


¿Qué piensas cuando miras a alguien a los ojos? O podría preguntar, ¿qué uno puede llegar a pensar cuando recuerda el rostro de una persona?

Respuesta difícil para ser contestada, pero lo que pienso es que mucho influye lo que uno le quiera decir o sienta por esa persona. Ya sea alguien a quien tú odies, extrañes; alguien de quien solo te nace ternura, una sonrisa, deseo, amor.

Hoy quisiera saludar a las personas que quiero mucho, aquellas personas que siempre recuerdo, ya sea porque tengo anécdotas que quisiera contar o porque simplemente aparecieron en mi mente. A pesar que no nos comuniquemos todos los días, de una u otra manera estamos unidos, ya sea por el recuerdo del momento en que me cruce en sus vidas.
Ustedes saben muy bien que los quiero.

¿Hola, como estás? ¿Sabías que te extraño? ¿Sabías que te quiero? ¿Sabías que te amo?

Gracias a ustedes. Un abrazo
07/04/2009
Jose Luis Asijas Lara

viernes, 27 de marzo de 2009

Un día para reflexionar

Un día jueves por la tarde, un día tan ordinario, con un poco de sol y soledad, con un viento fresco lleno de nostalgia y de ideas vagabundas que me hacían recordar los buenos momentos.
Todo ese ambiente me daba de latigazos en el corazón, no sé el porqué de ese dolor; solo estaba ahí. Ahí, yo, sí, yo solo sentado frente a la computadora y pensando en las personas que quiero, que amo.
De pronto sonó el intermunicador. Me paré y caminé hacia el, pesando en quién será la persona que toca. Pregunté: ¿si? ¿A quién busca?
Era una señora, de voz gastada, solloza, muy suave; que solo buscaba a alguien quien le pueda invitar un poco de comida.
Al escuchar eso, impulsivamente solo atiné a decir: no, no tengo ahora, disculpe.
Me volví a sentar en mi cómoda cama, tome mi computadora y regresé a escribir; y cuando me acomodé, pensé en lo mal que hice al negar una forma de ayuda bastante simple.
Fui rápidamente hacia mi cocina, observé en la refrigeradora que podía regalarle a aquella señora. Tomé 3 rodajas de mortadela, 3 de queso, y luego los puse entre 4 panes de molde.
Bajé de inmediato al primer piso, rogando que todavía estuviese ahí. Gracias a Dios, ella todavía estaba esperando a que alguien se apiade de ella.
Al verla de espalda a mi, vi que era un viejecita, canosa y sucia. Llamé su atención y volteó hacia mí.
Estaba llorando de una manera muy silenciosa, y solo atiné a decirle: no llore señora, aquí tenga! Ahora que lo pienso, lo dije con una ligereza, como si fuera algo que se puede arreglar así no más. No sé si hubiese sido mejor no decirle nada y darle la comida.
Al darle ella me agradeció llorando y me dijo: “¿Por qué los pobres no pueden morirse así no más para que dejen de sufrir?”
No sé si soy una persona que no vale, no vale, ni mierda; no sé que tanto he hecho de daño, que tan irresponsable he sido en la vida, que tanto he hecho sufrir a los demás. SOLO SÉ QUE ESA RESPUESTA TE LA PUEDE CONTESTAR LAS PERSONAS QUE MÁS AMAS EN TU VIDA.
Por otra parte de la puedes contestar tú mismo.
Sé que puedo ser mejor, mi mente y corazón me dice que no soy el peor, aunque me hayan dicho que soy todo lo contrario, haciéndome dudar. Pues si cometí errores, pido disculpas de corazón.
Discúlpame señora por negarme al principio en ayudarla, discúlpame tú por no haber sido sincero hace un tiempo, sólo me queda de esperanza la promesa que hice un día, la cual mantengo en pie hasta el día de hoy y lo cumpliré por el resto de mis días.

27/03/2009
Jose Luis Asijas Lara

miércoles, 24 de diciembre de 2008

Chicle



Te pienso, sonrío. Te miro, me gustas. Te abrazo, soy feliz. Te beso, vivo.
Son tantos sentimientos en un solo momento…
Solo puedo decirte “te quiero”, aunque sienta que ese par de palabras mágicas no expresen la totalidad del “mix” de deseos para contigo.
Abrázame si quieres, se fría cuando gustes; bésame cuando se te de la gana y cuando no, también; pero nunca dejes de quererme.
No me hablas, no me miras; yo tampoco si estás fría. No sé si es porque no sabes expresarte o porque no quieres decirme lo que sientes. Tal vez, sea porque sientas que no me interesa. Disculpa, soy distraído.
De igual forma, con tus virtudes y defectos, te quiero aunque digas que no.
Un no para que no te quiera y un no aunque no lo creas.
24/08/2008
Jose Luis Asijas Lara

martes, 16 de diciembre de 2008

Mi amigo, mi padre


Danzaban las olas al swing del cálido viento que acariciaba nuestros cuerpos. Mirábamos el Sol como se iba para dar paso a una hermosa Luna. Era un lugar en donde sería preciso meditar sobre todo lo que has hecho en tu vida y lo que harás, pero en ese momento estaba con mi querido padre.

Él, alguien tan serio en el mayor tiempo de su vida y a la vez tan gracioso cuando lo desea. Tan defectuoso y también tan virtuoso, tan niño y tan viejito. Y es por eso que me das gracia y te quiero.

Lo miraba y me sonrojaba, me hablaba y no sabía que responderle como para continuar una amena conversación. Hice mi mejor esfuerzo pero, supongo que no lo hice del todo bien; lo único que recuerdo es que hablamos de fútbol, economía, enamoradas, experiencias colegiales, entre otras cosas. Fue interesante.

Al terminar nuestra conversación sentí yo, tu hijo Miguel, que tenía un amigo con quién tengo mucho de qué hablar, ya que pocas veces lo hemos hecho en mi más de 15 años de edad. Por fin vi tu rostro, como una persona que no es solo mi padre, sino como un hombre que fue joven como yo, que tuvo errores y éxitos como cualquiera, con la diferencia que tú ya tienes 55 años.

Tus antebrazos delgados me hicieron imaginarme que tenía un espejo al frente mío. Somos tan parecidos papá, pero tan diferentes por la forma que pensamos, y digo esto supongo porque siento que no te conozco del todo, mas aun estoy seguro que lo conseguiré algún día. En fin, siempre te quiero a pesar que no te lo diga, aunque sienta una pared invisible entre nosotros.

domingo, 7 de diciembre de 2008

Un día de putas

Era un día común. Esos tipos de días donde debes cumplir tus obligaciones universitarias, respetar tus horarios – cosa que poco hago – y llegar como buen hijo a tu casa sin oler a alcohol, ni a cigarro.

Me sentía cansado, angustiado por tanto trabajo que tenía que hacer. En ese momento solo me motivaba una pequeña gordita muy linda, a quien quiero mucho. De repente, sonó mi teléfono de una manera estruendosa, como un timbre que advierte a los colegiales que es hora de recreo, y es así, porque mi teléfono es del año del rey “Pepino”.

Al contestar era mi brother del alma, mi yunta, mi causa, mi hermano, era “Chuank”. Me contó que un amigo de colegio, que por cierto es uno de mis mejores amigos, había venido de visita a Trujillo. Se les ocurrió jugar Poker, como una buena excusa para reunirnos y contarnos nuestras experiencias como grandes pendejos. Para eso, ofrecí mi casa para la reunión porque en verdad, no tenía ganas de salir de mi humilde cueva.

Llegaron mis amigos con unos cuantos más muy contentos, listos para jugar. Empecemos!!! Jugábamos con un fondo musical, reíamos y derrochábamos céntimos como si fuera cualquier cosa. Por cierto solo perdí diez céntimos.

Una vez cansados de jugar, surgió la idea de tomar agua bendita. Fuímonos a comprarla, previa chancha colectiva. ¡Qué agua! Nos la tomamos mientras conversábamos. Por mi parte, con uno de mis amigos (el que llegaba de Lima) alardeábamos de las “huevadas” que nos habían pasado como un toma y daca de experiencias, algo muy divertido.

El trago se acababa, y “Chuank” se fue porque lo esperaban con escopeta en mano en su casa. ¡Entonces, surge otra idea! Dar vueltas en el carro. Que gran idea. Como no había más que hacer acepté con la condición que me pagaran la gasolina que íbamos a gastar. Hecho el trato, salimos rumbo desconocido, el cual al final nos llevó al centro de la ciudad.

Extasiados de humor, comenzamos a joder vigilantes dormilones. De pronto, nos pasamos por en medio de una jungla de “Chicas Royal”. Uff!! Enseñaban sus asquerosos senos, motivo de risa para nosotros. Entre joda y joda, uno de las o los hombres, nos mostró qué contenía su royal. Esto fue a causa de pedirle que nos enseñe su pistola. ¡Enseñame la pistola nene, la pistola! – jaja – deseo cumplido “Don Gato”.



Ya ha pasado unos 6 meses desde lo acontecido, y como mínimo vamos a visitar a “Don Gato” al hospital en el área de psiquiatría. Pobre! Y yo que pensaba que se le iba a pasar cuando llegue a su casa.

Jose Luis Asijas Lara