viernes, 27 de marzo de 2009

Un día para reflexionar

Un día jueves por la tarde, un día tan ordinario, con un poco de sol y soledad, con un viento fresco lleno de nostalgia y de ideas vagabundas que me hacían recordar los buenos momentos.
Todo ese ambiente me daba de latigazos en el corazón, no sé el porqué de ese dolor; solo estaba ahí. Ahí, yo, sí, yo solo sentado frente a la computadora y pensando en las personas que quiero, que amo.
De pronto sonó el intermunicador. Me paré y caminé hacia el, pesando en quién será la persona que toca. Pregunté: ¿si? ¿A quién busca?
Era una señora, de voz gastada, solloza, muy suave; que solo buscaba a alguien quien le pueda invitar un poco de comida.
Al escuchar eso, impulsivamente solo atiné a decir: no, no tengo ahora, disculpe.
Me volví a sentar en mi cómoda cama, tome mi computadora y regresé a escribir; y cuando me acomodé, pensé en lo mal que hice al negar una forma de ayuda bastante simple.
Fui rápidamente hacia mi cocina, observé en la refrigeradora que podía regalarle a aquella señora. Tomé 3 rodajas de mortadela, 3 de queso, y luego los puse entre 4 panes de molde.
Bajé de inmediato al primer piso, rogando que todavía estuviese ahí. Gracias a Dios, ella todavía estaba esperando a que alguien se apiade de ella.
Al verla de espalda a mi, vi que era un viejecita, canosa y sucia. Llamé su atención y volteó hacia mí.
Estaba llorando de una manera muy silenciosa, y solo atiné a decirle: no llore señora, aquí tenga! Ahora que lo pienso, lo dije con una ligereza, como si fuera algo que se puede arreglar así no más. No sé si hubiese sido mejor no decirle nada y darle la comida.
Al darle ella me agradeció llorando y me dijo: “¿Por qué los pobres no pueden morirse así no más para que dejen de sufrir?”
No sé si soy una persona que no vale, no vale, ni mierda; no sé que tanto he hecho de daño, que tan irresponsable he sido en la vida, que tanto he hecho sufrir a los demás. SOLO SÉ QUE ESA RESPUESTA TE LA PUEDE CONTESTAR LAS PERSONAS QUE MÁS AMAS EN TU VIDA.
Por otra parte de la puedes contestar tú mismo.
Sé que puedo ser mejor, mi mente y corazón me dice que no soy el peor, aunque me hayan dicho que soy todo lo contrario, haciéndome dudar. Pues si cometí errores, pido disculpas de corazón.
Discúlpame señora por negarme al principio en ayudarla, discúlpame tú por no haber sido sincero hace un tiempo, sólo me queda de esperanza la promesa que hice un día, la cual mantengo en pie hasta el día de hoy y lo cumpliré por el resto de mis días.

27/03/2009
Jose Luis Asijas Lara